De acuerdo con mi constante creencia de que la producción creativa de un artista es reflejo de quien él ó ella es como ser humano, tengo que admitir que estaba un poquito nerviosa de conocer al fotógrafo de Seattle
Frank Correa, en mayor parte debido a nociones preconcebidas. Las imágenes de Correa casi siempre muestran modelos atractivos y bien vestidos, del tipo al que American Apparel le gustarían, muchas veces puestos en poses fuera de lo común, de las que la revista Vice al principio de los 2000s definitivamente hubiera aprobado. Podrían ser considerados “hipster” por cualquier visión estereotípica o aislada.
Siendo mis únicas pistas de su personalidad nuestras conversaciones súper amigables por internet y su extraordinario trabajo fotográfico, mi mente imaginaba las posibilidades de como podría ser Correa. Por lo que había escuchado, parecía que seria lo suficientemente amistoso – pero debo confesar de que no estaba segura si Correa seria genuino en su propuesta artística – y considerando su estilo extremadamente absoluto, mi lado dócil se preguntaba si él podría ser un tipo de personalidad exagerada y desmesurada, o pretencioso e intimidante.
Mientras espero afuera del apartamento de Correa en Capitol Hill, el cual comparte con un miembro de Crypts, un conjunto de electro-noise de Seattle, mis nervios persisten. Correa llega minutos después de mi y me saluda a través de la delgada tela de su camisa morada, la cual incluye una máscara que le cubre la cara hasta la nariz. Misterioso. Pero adentro, Correa hace obvio que no esta escondiendo nada; abre las cortinas inmediatamente para iluminar una sala impresionantemente vacía y limpia, la cual se presta también como espacio y taller creativo. Decorando las paredes se encuentra una instalación para el sintetizador modular analógico de su compañero de apartamento, y para Correa, un escritorio y una pantalla de televisión gigante que también funciona como monitor de computadora.
Inmediatamente me demuestra que es un anfitrión atento. Me ofrece Perrier en las rocas casi inmediatamente después de sentarme… y mientras me voy acopiando de manera fácil y cómoda, hago una nota mental a mi misma de que he sido muy mala onda. Mi previa lista de dudas? Completamente fuera de lugar e injustificada. Correa es animado, si – y hablador, al extremo – pero intimidante y exagerado? No. Genuino? Sin duda.